
En un reciente anuncio durante la conferencia anual de la Asociación de Aviación del Ejército de Estados Unidos, Andrew Evans, director del Grupo de Tareas de Vigilancia e Inteligencia (ISR) del Ejército, reveló planes ambiciosos para ampliar significativamente las capacidades de vigilancia del Ejército utilizando efectos lanzados a ultra-larga distancia. Estos sistemas podrían operar más allá del horizonte, ampliando el alcance operativo del Ejército hasta mil millas más allá del vehículo lanzador.
El Ejército de EE.UU. ya está desarrollando plataformas de lanzamiento para distancias cortas, medias y largas tanto desde tierra como desde el aire. Sin embargo, el nuevo enfoque hacia los efectos lanzados ultra-largos representa un salto cualitativo en la forma en que se conciben las operaciones de inteligencia y vigilancia. Según Evans, este desarrollo podría traducirse en “capacidades que cambian las reglas del juego”, permitiendo el despliegue de drones de vigilancia desde “naves nodriza” en altitudes elevadas, capaces de operar discretamente en áreas profundamente hostiles.
Para 2026, el Grupo de Tareas ISR tiene previsto llevar a cabo una demostración con aeronaves comerciales que desplegarán estos efectos de largo alcance. La intención es aprovechar los avances ya realizados por la industria, coordinando con los socios industriales adecuados para construir un ecosistema robusto alrededor de esta tecnología.
Además de desarrollar el cuerpo del planeador y el vehículo de propulsión, el Ejército planea integrar capacidades de detección avanzadas y enfocarse en el “backhauling” o la transmisión de datos desde la plataforma a las interfaces de comando y control relevantes. Lawrence Mixon, asistente especial del Oficial Ejecutivo del Programa para Inteligencia, Guerra Electrónica y Sensores en Aberdeen Proving Ground, Maryland, subrayó que la sensibilidad y la transmisión de datos no son cuestiones triviales. Los esfuerzos actuales incluyen colaboraciones con la industria para establecer estándares de datos que faciliten esta parte del proceso, así como la integración con los sistemas de comando y control de próxima generación para asegurar que la información recabada llegue a los tomadores de decisiones de manera eficiente.
Este enfoque innovador no implicará el uso del nuevo jet espía de alta velocidad del Ejército, conocido como HADES (Sistema de Detección y Explotación de Alta Precisión), pero sí informará sobre otros trabajos en los que está involucrado el Grupo de Tareas ISR. Con una demostración de capacidad operativa programada para el año fiscal 2026, el Ejército busca no solo avanzar en sus capacidades de vigilancia y reconocimiento, sino también en cómo estas capacidades pueden integrarse y apoyar las operaciones tácticas y estratégicas en el futuro.
En un contexto de creciente inseguridad global, la capacidad de proyección de fuerza de Estados Unidos se enfrenta a desafíos sin precedentes, incluso antes de abandonar sus propios puertos. Así lo indica un reciente desarrollo en sistemas de defensa que está en fase de prototipado, conocido como HADES. Este sistema promete transformar la capacidad de penetración y reconocimiento en territorio enemigo mediante una plataforma que utiliza “efectos de largo alcance” para una incursión profunda y sostenida.
Según declaraciones de Evans, un alto cargo en inteligencia militar (nombre ficticio para representar la fuente), la amenaza a las operaciones de proyección de fuerza es tan significativa que “podríamos no ser capaces de salir de un puerto de Estados Unidos sin enfrentar algún tipo de amenaza”. Este escenario obliga a los profesionales de inteligencia a buscar soluciones innovadoras para asegurar que las capacidades de detección y anticipación estén a la altura de los desafíos actuales. Evans subraya la importancia de entender dónde y cómo se proyectarán estas fuerzas y el tipo de enfrentamiento que se anticipa.
En este sentido, HADES y otros desarrollos en Sistemas de Detección Multidominio juegan un papel crucial. Permiten una “autoprojección” de las fuerzas, esencial para mantener la efectividad operativa incluso en las situaciones más adversas. La apuesta por efectos de ultra-largo alcance no es sólo una medida defensiva, sino una estrategia proactiva que busca garantizar la superioridad táctica y estratégica en futuros enfrentamientos.
El desarrollo de HADES aún está en las etapas iniciales, pero su potencial para alterar las dinámicas de poder y enfrentamiento es considerable. Este tipo de tecnologías refleja un cambio en la doctrina militar donde la anticipación y la capacidad de actuar a gran distancia se vuelven componentes críticos de la defensa nacional. A medida que las amenazas evolucionan, también lo hace la respuesta, subrayando la interdependencia entre tecnología, inteligencia y estrategia militar en el siglo XXI.






